Gran parte de la basura de Tucumán se concentra en esta pequeña localidad cercada por el abandono. Mientras una acequia transporta turbias aguas cargadas de hedor, el olor y las moscas que emanan colosales montañas de desperdicios empujan hacia lo insoportable. Napas contaminadas y falta de agua confluyen en un panorama cargado de abandono.
Ni siquiera el intenso aroma del café que Cecilia Juárez ofreció a sus vecinos pudo, ni por un instante, mitigar la pestilencia proveniente del propio frente de su casa. Resulta difícil comprender cómo decenas de familias pueden convivir con semejante congregación de focos contaminantes y hasta infecciosos. En realidad, ni ellos mismos saben cuál será el límite (y las consecuencias) de su hartazgo. Los habitantes de la localidad bandeña de Pacará Pintado enfrentan diariamente una suma de infortunios ante los que no hace falta pasar demasiado tiempo en el lugar para tomarse una idea, aunque más no sea aproximada, de lo difícil que resulta tolerar las adversidades que a esta población se les impuso. Como si la falta de empleo y su consecuente pobreza o la ausencia de servicios básicos como agua y cloacas no parecieran ser problemas suficientes, la desmesurada ampliación del vaciadero de desechos de la zona aportó un nuevo elemento a las conocidas penurias. Cuando desde diciembre de 2004 comenzaron a arrojarse allí unas 450 toneladas que por día genera la capital (lo que triplicó la cantidad de basura que hasta entonces se recibía) el impacto que recibió Pacará Pintado aún hoy cuesta soportarse. La multiplicación de los desperdicios en la planta de disposición final a cargo de la firma Servicios y Construcciones La Banda SRL también implicó una proliferación de insectos, alimañazas y olores nauseabundos que se sumaron a la postración de toda una población lindante. Y, si el “progreso” para esta gente fue pasar de la carencia total de agua de red a poder proveerse de esta al menos una hora al día, ese anhelo de crecimiento se hizo añicos cuando días atrás, médicos del Siprosa advirtieron no consumir de esta agua dado el grado de contaminación existente. Supuestas filtraciones de lixiviados provenientes del basural cercano podrían ser una de las causas. Otra aparente procedencia temida de este mal, se vincula a los efluentes líquidos que, según denunciaron los vecinos, desde hace algunos meses se arrojan a una acequia por parte de un taller y depósito de ómnibus de larga distancia. Utilizando una excavación para desagües pluviales, comenzaron a verterse allí supuestos desechos provenientes de los baños de los colectivos junto a aceites utilizados a la hora de arreglar y limpiar los vehículos. Ubicada a lo largo del kilómetro 8 de la ruta 306 (departamento de Cruz Alta), acercarse a esta acequia representa un desafío irritable. Se hace difícil poder respirar cerca de las turbias aguas que esta canal transporta en sus 800 metros de extensión. El olor fétido que de allí se emana queda esparcido por las precarias viviendas que se extienden a lo largo de la ruta. Es el mismo hedor que acompaña a los cientos de chicos que por allí caminan para ir a la única escuela primaria que hay en la zona. Entre la planta de basura y esta corriente de agua con desperdicios, según los vecinos de Pacará Pintado, está la causa por la que ya no pueden utilizar sus bombas para proveerse de agua, ni mucho menos beber la que por contados y añorados minutos sale de sus canillas. Algunos, que de a poco intentan superar la pobreza acuciante, tienen, en ocasiones, la posibilidad de proveerse de bidones de agua mineral para poder cocinar o beber. El agua, para ellos, se usa para bañarse o lavar la ropa. Por esto, no extraña ver prendas colgadas manchadas por la turbiedad del agua contaminada. Los guardapolvos hace rato que dejaron de ser blancos. Otros, aún mas escasos de recursos, no tienen alternativas. Para ellos, la advertencia de los médicos pesa menos que la necesidad imperiosa de proveerse y consumir de esta agua poco salubre que sólo se asoma por los grifos no más que un rato cada mañana. Por esto, en cada casa, pilas de tachos y botellas se aglomeran en torno a las canillas. De la cantidad de agua que pueda juntarse depende si durante el resto de la jornada la familia podrá, por ejemplo, bañarse o comer. A pocos metros, una inmensa montaña de basura se asoma impunemente sin toparse con un techo. La situación de indigencia parece no encontrar límites en Pacará Pintado. Testimonios de los vecinos a primerafuente “Ya enviamos varias notas a la Municipalidad de Banda del Río Salí para que tapen esta acequia repleta de excrementos. Cómo puede ser que de un día para el otro una empresa decida someternos con sus inmundicias. No hay derecho. Cortaremos la ruta para que los colectivos no puedan ingresar al deposito”, amenazó Cecilia Jiménez de Taberna, en referencia al canal que transporta desechos supuestamente provenientes de un taller de colectivos de larga distancia ubicado en el kilómetro 8 de la ruta 306, en Pacará Pintado, Cruz Alta. “No sólo el basural y las aguas de la empresa de colectivos nos tienen mal. Hasta acá llegan los olores de los desperdicios que arroja el frigorífico Velardez y las citrícolas. Todo va a parar al río Salí que está a pocos kilómetros de nuestras casas. Vivimos en el olvido”, Graciela Herrera, de la comuna de San Andrés. “Hace 20 años que vivo aquí y ahora estamos peor que nunca. Ya son varios los chicos que por jugar se cayeron a esta acequia podrida. Yo ya soy vieja, pero me preocupan los niños. No le importamos a nadie parece”, América Juárez, de 75 años, vecina de Pacará Pintado. El frente de su casa se encuentra a sólo dos metros del canal contaminado con desechos. “No nos queda otra que comprar bidones de agua. En esta casita vivimos diez personas. Es todo un presupuesto. Por culpa de la acequia y el vaciadero se filtró contaminación a las napas y ya no puedo usar mi bomba para extraer agua de pozo. Nos arruinaron la vida”, Cecilia Juárez de Taberna de Pacará Pintado. “Por toda la contaminación que sufrimos constantemente hay que llevar a los hijos al médico. El único dispensario está en San Andrés, a 4 kilómetros de aquí. Nunca hay un médico ni tienen medicamentos. La delegada comunal, Carla Martín, debería estar presa. Compra a la gente con bolsones por eso reeligieron”, Sandra Torres, barrio La Estación de San Andrés. “La política ambiental del Gobierno es un desastre. Si ahora estamos muy mal no quiero imaginar lo que será en el verano. Cuando sube la temperatura se llena de moscas verdes. Hay gente que sabes que e agua está contaminada pero lo mismo la toma, son tan pobres que no tienen otra alternativa. El basural nos cagó la vida”, Rubén Páez, vecino de Pacará Pintado.
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